En esa casa estaba la muerte y la sabían sobrellevar. La soportaban con impecable dedicación. Se rendían con sumisión metódica a los devenires de un antojo que irremediablemente acabaría con el elegido.
Ser elegido para morir. Pasar a ser para la muerte cuando aclama y acorrala.
Acamalarse en el último refalón.
O. Lamboré
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Hace 9 años