TU SONSA RISA.
"Cuando tengo ganas de tener esa sensación tan rastrera que es sentir vergüenza ajena miro a los políticos sonreír"
La políticos no son graciosos y jamás lo serán. Y cuando lo son, lo son
porque fuerzan el artificio, situación que los troca en patéticos.
(Sale "La Patética" maestro- una minuta con variante del "A caballo"
Cinco huevos fritos encima y a no romper los huevos y comérselos
calladito, eh ¡qué patada al hígado ni que ocho cuartos! atroden) El
modelo conservador de la política vigila y controla celosamente a sus
acólitos. Verdad (¿qué es verdad?) que algunos han intentado rajar ese
corset de fierro. Vanas fintas. ("Música vana. Vana porque sí"
Lamborghini) Nada más muerto que ese intento, muerto desde el vamos
(como el pibe que nunca tuvo el filipino embarazado) Pero lo más
interesante de esto es el gesto imbécil que queda flotando como un pedo
espeso. Ese gesto es el que hoy traducen las sonrisas de campaña (Hay
carpas de campaña, botas de campaña, palas de campaña ¡ojo con la
palabra "pala"! Carlitos y sus Tomadores no están tocando mucho y la
agenda de conciertos llena de espacio en blanco) La cosa es que la
sonrisa de campaña hoy está de oferta; basta salir a la calle y
comprobar que hoy Rosario sonríe. ¡Qué orgullo me da saber que vivo en
una ciudad donde que te regalen una sonrisa no es complicado!. ¡Y que te
la regale Caballero, por ejemplo (sacrifiquemos a alguien así cumplimos
a fondo el ritual y da la sensación de que la cosa va en serio: il
morto over de table), que da la sensación de que le han levantado el
labio con un ginche estibador... Y esto ya es ofensivo y malintencionado
y rastrero y lumpen (pero ¿qué persona con profundo odio no ofende?):
esos dientes que se vuelven reticentes pero algo se muestran en una
persona de la edad del Sr. caballero no pueden estar tan blancos.
Deduzco pues que en ese afiche de campaña (como en todos absolutamente
los que pueblan de sonrisas my dysney politic campaña town) hay un grado
de mentira horrible.
Tu sonrisa es horrible y en nada se parece a la mía.
LA MÁS MISERABLE SONRISA
Hablar de algo es darle entidad; como cuando nombramos a las personas:
les asignamos trascendencia, les damos ser. Por eso hablar (escribir) de
lo que me tienta a hacerlo es asignarle existencia a lo que no debería
existir. Quiero decir (escribir) que me da prurito, vergüenza ajena,
escozor, me pone de mal humor, me hace sentir un miserable, porque me
hace sentir que soy un pelotudo y ¿qué
pelotudo no siente miseria de si mismo?... ah sí los que hacen esa
fantochada de publicidad política y los miserables políticos que ponen
la sonrisa son los miserables pelotudos que no sienten miseria de si
mismos.
Hay dos opciones acá (hasta ahí percibo):
1- Hay cierto
mecanismo de la política (su estructura) que de tan maniatado y
encorsetado (burocratizado) no permite ningún movimiento más que el
predeterminado, lo establecido que sería hacer lo correcto (de acá
podríamos encontrar alguna huella de la idea de lo "NORMAL"), entonces
no entra en las posibilidades de campaña ninguna otra que no sea
sonreír.
La opción 1 es la explicación que tiende a ser latosa,
semi teórica, la del que entiende la realidad y la analiza, la del
psicoanalizado, la del que no se desborda porque ha leído a los
intelectuales y lo han deslumbrado. Algo medio de nabo, digamos.
La opción 2 es la más interesante e insultante.
2- Los candidatos creen que somos unos pelotudos y los publicistas al
servicio de sus campañas, también. Eso nos hace unos miserables
pelotudos (hablo de mí, obvio: ¿quién soy para decirle a usted, a usted y
a usted a través de este medio tan pelotudo: "¡usted es un pelotudo,
miserable!" Excepto políticos y esbirros publicistas, usted queda exento
del mote. Yo no)
Entonces los candidatos, los publicistas y yo somos unos miserables pelotudos.
Mientras tanto la política sonríe y sonríe.
Hay un chiste que dice así:
Flaco- Gordo ¿vos me la estas metiendo?
Gordo- No Flaco, para nada.
Flaco- Dale Gordo, decí la verdad ¿me la estás metiendo?
Gordo- Pero no, Flaco ¿cómo te la voy a estar metiendo?
Flaco- Y yo la siento...
Gordo- Bueno sí, te la estoy metiendo... ¿Te la saco?
Flaco- No, dejala... Pero no me porfiés.
Ustedes los que sonríen, hermosas cositas inmunes al talento:
Sigannoslá metiendo pero no porfién de que son unos miserables.